Mombasa (2a parte de 2)
La llegada a Mombasa
Jordi y yo llegamos a Mombasa un 26 de agosto, tras 6 agotadoras horas de viaje desde Lamu a lo largo de una horrible carretera llena de baches.
Nada más llegar a Mombasa, la primera en la frente. Pagamos 1,5 € para ir en un tuk-tuk, que en teoría iba a ser un taxi y que ni siquiera pertenecía al chico con el que negociamos, para un trayecto hasta el Hotel que debía costar 0,5 €, tal y como nos había avisado ya Eduardo (a quien conocimos en Lamu).
La habitación en el Hotel Summerlink, que el propio Eduardo nos había recomendado, era más cara (17 € la doble, desayuno incluido) de lo que nos había dicho y no tenían agua caliente. Miramos otros hostales y albergues, pero la diferencia en el precio era poca y eran lugares bastante peores.
Ese día yo no me encontraba nada bien, por lo que me quedé en el Hotel. Jordi se fué a explorar la noche de Mombasa y acabó en el Casablanca, muy animado cualquier noche, pero lleno a rebosar de prostitutas que le agobiaron un poco.
Al día siguiente cogí un autobús a Nairobi para volver un día más tarde con Lara.
"Six hours"
La noche de nuestra llegada estuvimos en uno de esos sitios que encuentras casi de casualidad. Uno de esos lugares cutres en los que encuentras sólo gente local y acabas inevitablemente hablando con gente del país.
Eran 2 primos hermanos, de unos 40 años de edad y con mucha marcha en el cuerpo. Ella, algo así como agente turística, nos ofreció dormir en su casa y que conociéramos Mombasa de su mano. Hablamos largo y tendido de sexo y de ahí surgió el término "six hours" que no parábamos de usar Jordi, Lara y yo (tiene relación con el tiempo que supuestamente emplean los kenianos en una relación íntima).
La cerveza corrió a raudales y comimos carne y otros platos preparados en una especie de barbacoa que era mejor no mirar.
Las noches de Mombasa
Esa primera noche de Lara en Mombasa fuimos a la discotecta Florida, donde asistimos a un show bastante digno (por la belleza de los cuerpos masculinos y femeninos) y a la inagotable pesadez de una chica obsesionada por conseguir algo con el bueno de Jordi. La semana siguiente, tras pasar unos días en Diani Beach (entradas blog Diani Beach - fotos Diani Beach), visitamos la discoteca Casablanca y pudimos comprobar que, tal y como comenta Javier Reverte en "El sueño de África", en Mombasa se puede apreciar el "lado canalla de la vida", con prostitutas aquí y allá y chicos con varias copas de más.
Se dice de Mombasa que aloja el número de prostitutas más alto en África y de los más elevados en el mundo.
No paraba de hablarnos un chico de Nairobi, al que no se le entendía nada y no paraba de repetir que había conocido a Jose María Aznar en Madrid en un viaje que hizo con su universidad.
La siguiente noche visitamos la discoteca "Rio Samba", semivacía pero con buena música. Jordi tuvo la oportunidad de ligarse una chica bastante atractiva que le tiró los trastos, pero la espada de damocles de la sospecha de prostitución pendía, pesada, sobre su mente.
La última noche en Mombasa salimos sólo Jordi y yo y visitamos la costa norte de Mombasa junto con el camarero del pub de nuestro Hotel.
Se trata de una zona llena de Hoteles de 4 y 5 estrellas. Estuvimos en una discoteca cuyo nombre no consigo recordar. Había la habitual procesión de prostitutas, entremezcladas esta vez con hombres de cierta edad y acompañantes femeninas jóvenes y atractivas e incluso alguna mujer mayor acompañada por algún joven keniano.
En el pub de enfrente casi toda la gente era local y había mucha gente masticando miraa (hierba con propiedades excitantes con el nombre científico de Catha edulis) y depositando los restos en un pequeño cubo sobre cada mesa.
Nuestro compañero de salida nocturna visita a menudo dicha discoteca para buscar compañía. Su mujer vive en Alemania, según nos dijo por trabajo. De hecho nos dijo que desearía poder encontrar una mujer europea.
Por desgracia no pudimos encontrar en Mombasa un solo lugar para salir de fiesta que podamos recomendar, aunque seguro que existe tan lugar.
Mercado de arte de Akamba
Fué especialmente interesante la visita al mercado de arte Akamba, en las afueras de Mombasa. Se trata de una especie de cooperativa, creada hace unos años, en la que dicen participan unos 15.000 artistas.
Pudimos observar como tallan diferentes tipos de maderas, entre las cuales se encuentra la tan prestigiosa madera de ébano, que tan íntimamente está ligado a África.
Hay gente especializada en pulir, en pintar, pero hay támbién artistas que lo hacen todo.
Charlamos con muchos artistas y nos tomamos fotos con algunos de ellos. Fué muy gracioso hacernos fotos con dos chicas que estaban impresionadas con mis rastas y sentían mucha curiosidad por Lara.
Los artistas marcan el precio de venta (era todo bastante caro) en la tienda que hay allí mismo. La cooperativa se queda un porcentaje de las ventas.
Gran cantidad de piezas se venden a empresas o personas que las venden a lo largo de Tanzania o incluso de Kenia.
Vino con nosotros, desde Mombasa hasta el mercado de Akamba, un chico que se mantuvo a nuestro lado todo el tiempo y que tenía expectativas de que le premiáramos por su servicio, que no era tal, ya que no le necesitábamos para llegar hasta allí.
Al salir del mercado comimos en el lugar donde comen los artistas. Fué mi comida más barata en mis 2 meses y medio en África. Tan sólo 0,70 € y muchas moscas a nuestro alrededor.
Estuvimos también en la calle Biashara Street (Biashara significa "negocio" en swahili) comprando kangas.
Hay una tienda de reconocido prestigio, llamada Kaderdina Hajaee Essak Ltd., con una gran variedad de Kikois y Kangas, pero, sobretodo, con cierta garantía de calidad.
No se puede regatear tanto como en otras tiendas, pero uno se asegura haber comprado una buena tela.
Bye bye, Mombasa
Abandonamos Mombasa y, como en otras muchas ocasiones a lo largo del viaje, tuve la sensación de que no habíamos conocido todo lo que esa ciudad nos podía ofrecer.
De todas formas, Mombasa no es un destino apreciado por turistas ni viajeros. Las playas están fuera de la ciudad y no tiene un especial encanto.
Sin embargo, es la segunda ciudad de Kenia y es interesante la mezcla de culturas que hay, con diversas tribus viviendo en las cercanías de la ciudad y con la auténtica cultura swahili, de confesión islámica ocupando el casco histórico.
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